jueves, 27 de agosto de 2020

Él preocúpate y él ocúpate en tiempo de COVID-19  

 Por: Dr. Pascual Ramos Núnez PhD

 





En el convivir de las personas, se observan acciones que inducen a pensar, ya sea con razón lógico o no, preocupaciones económicas, políticas, religiosas y de otras índoles; que delatan las debilidades e iniquidades humanas de incomprensiones familiares y sociales insatisfechas; debido a lo mejor, a que no se ha sabido direccionar organización mental cerebral, en las ocupaciones hogareñas y desempeños de laborales públicas y privadas; o de los llamados trabajos informales.  

 

La severidad de lo que está sucediendo con lo del COVID-19, demanda una mayor preocupación por parte de la población mundial; en cuanto saberse ocupar con entereza incondicional, a la protección y al cuidado de las personas y todo cuanto les rodea, sin escatimar esfuerzos; porque de lo que se trata es, de salvar vida. Eso debe ser, lo más preciado y sagrado de la existencia humana.

 

En el diario vivir, las personas muestran preocupaciones diversas, por lo que forman parte de la misma existencia humana; las que, por su naturaleza, provocan estado de intranquilidad y desasosiego; ocasionando dislocamiento mental, lo que puede generar, en acciones delictivas.

 

La preocupación por ser dañina paraliza pensamientos positivos con pretensiones de superación y se le puede considerar como peligrosa, en un proceso de desarrollo integral de una persona, obstaculizando su libre obseso a la consecución de lograr poner en práctica, los pensamientos de buena conducta y comportamiento, que se generan en su sistema celebrar.

 

Él preocúpate menos, puede ser entonces, la manera de lograr salud mental. Entonces lo sugerible sería, poner en práctica, él ocúpate, procurando prevenir y resolver problemas, para que el convivir de las personas, pueda transcurrir con normalidad.

 

Las preocupaciones agobian de carga negativas emociónales, la mente de las personas; por lo que es posible, que el COVID-19 por ejemplo, sea un virus o enfermedad, con una incidencia tan alta de fallecimiento y de infectados en el mundo, a consecuencia de que se vive más preocupado que ocupado, en cuanto a enfrentar la pandemia, que mantiene en estado de alerta a la humanidad.

 

Es posible, que el sufrimiento que confronta gran parte de la población mundial, sea un mal innecesario, en el entendido de haber ignorado el llamado inicial de alerta sobre cómo prevenir la propagación del virus; por lo que se puede decir, que en ese momento predominó más, él preocúpate que él ocúpate.

 

En conformidad con lo que se explica, se sugiere tomar en cuenta, lo planteado en la siguiente dirección cibernética, https://www.holasoyale.com/en-busca-de-tu-felicidad/preocupate-menos-ocupate-mas/; donde se recomiendan ocho pasos para dejar de lado  él preocúpate y hacer posible él ocúpate: “1- Mantente ocupado con alguna actividad constructiva. 2- No le des demasiada importancia a las cosas. 3- Acepta la realidad, coopera con aquello que es inevitable, siguiendo el camino de la no resistencia. 4- Cultiva una afición, hace ejercicio físico.5- Cambia la alimentación, por una más sana. 6- Duerme bien, practica el relajamiento. 7- Busca la armonía mediante la naturaleza. 8- Cultiva la espiritualidad, mediante la oración y la meditación.

En consecuencia, él ocúpate debe ser el norte sobre él preocúpate para poder salir con éxitos, ante la amenaza de destrucción y muerte que representa el COVID-19 para las personas; por lo que es de procedimiento, concienciar sobre motivar cómo crear pensamientos positivos, para disminuir la incidencia y la influencia de la pandemia en lo mental celebrar, con la intervención del conocimiento neuropsicológico. 

 

 

 

 

 


viernes, 6 de marzo de 2020


Entre el fracaso y el éxito
   







Dr. Pascual Ramos Núnez Ph.D

En la vida de una persona se presentan situaciones complejas, que requieren poner en práctica el fenómeno de la comunicación; para que mediante el diálogo, se busquen soluciones que impidan toda acción de fracaso. Se cuenta con muchos ejemplos, de casos lamentables de hombres y mujeres que se han quitado la vida, como resultado de recurrir al aislamiento, frente a una problemática de hechos acumulados o repentinos.

Puede que esto se entienda como una debilidad de la propia naturaleza imperfecta humana, que requiere recursos materiales de manera permanente para nacer, crecer, multiplicarse y morir. Esto demanda la búsqueda de trabajo para poder obtener o ganar dinero, para de esta manera satisfacer necesidades que requieren ser resueltas en el accionar del convivir diario de una persona.

Hay casos de fracasos que han ocurrido, producto de la incomprensión y prepotencia de un individuo  o de una colectividad, con mente individualista que de manera arrogante y dictatorial imponen su ley del dinero; sin importar que otros desaparezcan en medio de esa ambición desmedida de poder económico. Con esa práctica se ignora el valor ético y moral de la existencia humana.

Sin embargo, hay quienes han podido levantarse del polvo de la derrota, haciéndose posible el legado cultural de que “todo ocurre para bien”, bajo el postulado de que cuando alguien te desea un mal, eso debe ser fuente motivadora de poner la frente en alto y buscar nuevas oportunidades, para que florezca la flor de la esperanza en medio de la desesperación, el engaño y el desaliento. Se puede continuar adelante en medio del rechazo, la burla y la altanería de aquellos que se creen indispensables.

Esos tendrán que entender y reconocer tarde o temprano, que en este mundo somos simples administradores de lo que se posee; con la sentencia de que no se es dueño de nada. Aquí muy bien se puede aplicar la enseñanza de que “todo pasa y todo queda”.

Si se es capaz de detectar situaciones que puedan transformarse en problemas desestabilizadores del buen vivir de una persona o de un colectivo, el fenómeno fracaso nunca tendrás razón de ser: por lo que la justicia del bien, triunfará sobre la mente prejuiciada, que busca articular ideas provocadoras de inestabilidad familiar y social.