Entre el fracaso y
el éxito
Dr. Pascual Ramos Núnez Ph.D
En la vida de una persona se presentan situaciones complejas, que
requieren poner en práctica el fenómeno de la comunicación; para que mediante
el diálogo, se busquen soluciones que impidan toda acción de fracaso. Se cuenta
con muchos ejemplos, de casos lamentables de hombres y mujeres que se han
quitado la vida, como resultado de recurrir al aislamiento, frente a una
problemática de hechos acumulados o repentinos.
Puede que esto se entienda como una debilidad de la propia naturaleza
imperfecta humana, que requiere recursos materiales de manera permanente para
nacer, crecer, multiplicarse y morir. Esto demanda la búsqueda de trabajo para
poder obtener o ganar dinero, para de esta manera satisfacer necesidades que
requieren ser resueltas en el accionar del convivir diario de una persona.
Hay casos de fracasos que han ocurrido, producto de la incomprensión y
prepotencia de un individuo o de una
colectividad, con mente individualista que de manera arrogante y dictatorial
imponen su ley del dinero; sin importar que otros desaparezcan en medio de esa
ambición desmedida de poder económico. Con esa práctica se ignora el valor
ético y moral de la existencia humana.
Sin embargo, hay quienes han podido levantarse del polvo de la derrota,
haciéndose posible el legado cultural de que “todo ocurre para bien”, bajo el
postulado de que cuando alguien te desea un mal, eso debe ser fuente motivadora
de poner la frente en alto y buscar nuevas oportunidades, para que florezca la
flor de la esperanza en medio de la desesperación, el engaño y el desaliento.
Se puede continuar adelante en medio del rechazo, la burla y la altanería de
aquellos que se creen indispensables.
Esos tendrán que entender y reconocer tarde o temprano, que en este
mundo somos simples administradores de lo que se posee; con la sentencia de que
no se es dueño de nada. Aquí muy bien se puede aplicar la enseñanza de que
“todo pasa y todo queda”.
Si se es capaz de detectar situaciones que puedan transformarse en
problemas desestabilizadores del buen vivir de una persona o de un colectivo,
el fenómeno fracaso nunca tendrás razón de ser: por lo que la justicia del
bien, triunfará sobre la mente prejuiciada, que busca articular ideas
provocadoras de inestabilidad familiar y social.