Límite teológico del saber científico
Dr. Pascual Ramos Núñez
La persona
en cuanto a su manera de ser conviviendo acorralada entre el bien y el mal con
naturaleza humana cuerpo físico materia, exprimiendo el conocimiento por fe de
un pensar basado en la existencia de la supremacía espiritual fundamentada en
un paraíso celestial; es lo que mantiene la esperanza de un resplandecer de Gloria
Eterna, luego de desaparecer en la existencia terrícola.
El
incursionar en querer dar explicación sobre lo que hay más allá de lo que se ha
denominado muerte, resulta ser una temática fuera de contexto, por llamarle de
alguna manera; debido a que en eso prima la subjetividad metafórica de lo
indemostrable, limitando al raciocinio científico, en cuanto a la existencia o
no, de esa otra dimensión sobrenatural que supera la inteligencia humana; justificación
de fe, evidenciada con jubiloso esplendor en las actividades religiosas.
Las
religiones profetizan, en apretada síntesis interpretativa teológica, que todo
aquel que tenga fe haciendo el bien y rechazando el mal, podría disfrutar de la
Gloria Eterna del Supremo Creador, luego de que el Alma se libere del cuerpo
materia terrenal.
Es de
reconocer, que cuando se trata de analizar bajo la lupa de la incredulidad de
la objetividad científica, conceptualizaciones como: Gloria Eterna, Supremo
Creador, Alma; entre otras divinidades; el conocimiento humano se frisa, patinando entre el creer y el no creer, deliberando entre la vida y la muerte sufragando en
las embravecidas aguas de un mar con oleajes que pueden provocar tsunami.
La deducción
puede descifrar a martillazos de pensamientos cimentados en ideas apertrechadas
en el cerebro humano, que la palabra que contiene una consonante y una vocal es
la que tiene el dominio total ante la mirada atónita del limitado alcance científico
metafísico, sobrepasando la supremacía de la Física y la Química. Es la
palabra: ¿¡FE¡? …