Rostros
acariciados por pétalos de muchas primaveras
Dr.
Pascual Ramos Núnez Ph.D
El poético título de: Rostros acariciados por pétalos de muchas
primaveras, revela la nostalgia de los recuerdos juveniles, atrapados en el
laberinto del anaquel neuronal cerebral, que indica la distancia de lo que pudo
ser, dentro del ser de la realización personal, en el transcurrir de los años,
donde no hay regreso.
Todo hombre y mujer en su etapa de la juventud, experimenta la experiencia, por inconvenientes de su mismo existir, el no poder realizar algunos de sus sueños dorados; por lo que luego de varias décadas, añora con nostalgia y también con melancolía, en la penumbra de la adultez, objetivos truncados.
Entre el ayer, el hoy y el futuro; lo mejor sería saber aceptar la realidad de vivir en medio de tantas cuestiones, que podrían ser falsas o verdaderas, producto de resultados diversos, de actores que encasillan oportunidades, con el objetivo de dispensar favores, que manipula el grupo dominante, con resabios de dioses que confunden libertad por libertinaje.
Son ellos los molinos de vientos, que hay que saber enfrentar en cada una de las épocas del vivir personal; recolectando informaciones en el baúl de los recuerdos, de horas sin contar, que favorecen al usurero falsificador de la “firma de Dios”, con el imaginario pensamiento del “Coronel no tiene quien le escriba”, envolviendo estrujadas papeletas sin valor, resultante de “Cien Años de Soledad”, protagonizando acciones prohibidas, en “Amor en los Tiempos del Cólera”.
Las ideas de los escritores penden en la ladera neuronal cerebral, a la razón de una lógica plural del nacimiento de temas diversos, buscando poner al descubierto, intimidades de pensamientos mutilados, en una “página en blanco”, que demanda ser escrita, en un país “colocado en el mismo trayecto de sol”; cuna del nuevo mundo, de un Cervantes que cabalga desde una madre patria que proclama, al son de tambores continentales que resuenan, en las huellas funestas de acciones propagadoras de males sociales.
Es que en este mundo donde existe una tragicomedia conocida con el accionar de personajes como Calixto y Melibea, lo mágico, lo real y lo divino se confabulan, con una orientadora como la Celestina; rompiendo esquema de romances, salpicados de recuerdos con melancolía de “cuentos escritos en el exilio”; violentando esquemas establecidos.
Da por escribir divagando, utilizando la memoria a largo y corto plazo; queriendo conjugar el verbo amar como en aquel tiempo del primer beso juvenil, atrapado en el laberinto de pasiones encadenadas, queriendo florecer en el otoño gris de los cincuenta o más; reviviendo la séptima sinfonía de Ludwig van Beethoven, en un “breve espacio en que no está”; armonizando la rabiasca sentimental del gran cantautor cubano, Pablo Milanés.
Luego de muchas historias contadas, los pelos blancos delatan, la realidad de tantas ideas que sucumbieron por el añoñarse y decir que no se puede, o por influencia de otros, que accidentaron/troncharon la libre elección del caminar, a la conquistas del desarrollo pleno de un porvenir de prosperidad y progreso, de inteligencia productora de conocimientos en un caminar sin fronteras hacia el éxito; la ansiedad de volver a ser joven, aumenta.
Los cuentos del abuelo, protagonista del último rodaje cinematográfico de sobrevivencia en el orfanato, refleja en la niña de sus ojos, el ayer de aquel joven que pudo ser, dentro de su atormentado ser de ilusiones y recuerdos, atrincherados en las intimidades del desgaste de las fuerzas, que en el hoy de la adultez, se doblegan sin poder ser, lo gimnástico de los años comprendido de los trece (13) al veintitrés (23), o un poco más.
Los rostros acariciados por pétalos de muchas primaveras, hoy son la experiencia de más de 5 décadas de tiempos dorados, que resplandecen en el vivir del último tramo de una historia, que puede terminar con la muerte; con pretensiones de quedar en el anaquel de pensamientos imborrables, que ni los vientos huracanados, podrán deshacer. Saber vivir el presente, como si fuera el último día de lo que se le conoce como la existencia terrícola. Así es; frases poéticas como canto de victoria, saboreando la eterna gloria
Todo hombre y mujer en su etapa de la juventud, experimenta la experiencia, por inconvenientes de su mismo existir, el no poder realizar algunos de sus sueños dorados; por lo que luego de varias décadas, añora con nostalgia y también con melancolía, en la penumbra de la adultez, objetivos truncados.
Entre el ayer, el hoy y el futuro; lo mejor sería saber aceptar la realidad de vivir en medio de tantas cuestiones, que podrían ser falsas o verdaderas, producto de resultados diversos, de actores que encasillan oportunidades, con el objetivo de dispensar favores, que manipula el grupo dominante, con resabios de dioses que confunden libertad por libertinaje.
Son ellos los molinos de vientos, que hay que saber enfrentar en cada una de las épocas del vivir personal; recolectando informaciones en el baúl de los recuerdos, de horas sin contar, que favorecen al usurero falsificador de la “firma de Dios”, con el imaginario pensamiento del “Coronel no tiene quien le escriba”, envolviendo estrujadas papeletas sin valor, resultante de “Cien Años de Soledad”, protagonizando acciones prohibidas, en “Amor en los Tiempos del Cólera”.
Las ideas de los escritores penden en la ladera neuronal cerebral, a la razón de una lógica plural del nacimiento de temas diversos, buscando poner al descubierto, intimidades de pensamientos mutilados, en una “página en blanco”, que demanda ser escrita, en un país “colocado en el mismo trayecto de sol”; cuna del nuevo mundo, de un Cervantes que cabalga desde una madre patria que proclama, al son de tambores continentales que resuenan, en las huellas funestas de acciones propagadoras de males sociales.
Es que en este mundo donde existe una tragicomedia conocida con el accionar de personajes como Calixto y Melibea, lo mágico, lo real y lo divino se confabulan, con una orientadora como la Celestina; rompiendo esquema de romances, salpicados de recuerdos con melancolía de “cuentos escritos en el exilio”; violentando esquemas establecidos.
Da por escribir divagando, utilizando la memoria a largo y corto plazo; queriendo conjugar el verbo amar como en aquel tiempo del primer beso juvenil, atrapado en el laberinto de pasiones encadenadas, queriendo florecer en el otoño gris de los cincuenta o más; reviviendo la séptima sinfonía de Ludwig van Beethoven, en un “breve espacio en que no está”; armonizando la rabiasca sentimental del gran cantautor cubano, Pablo Milanés.
Luego de muchas historias contadas, los pelos blancos delatan, la realidad de tantas ideas que sucumbieron por el añoñarse y decir que no se puede, o por influencia de otros, que accidentaron/troncharon la libre elección del caminar, a la conquistas del desarrollo pleno de un porvenir de prosperidad y progreso, de inteligencia productora de conocimientos en un caminar sin fronteras hacia el éxito; la ansiedad de volver a ser joven, aumenta.
Los cuentos del abuelo, protagonista del último rodaje cinematográfico de sobrevivencia en el orfanato, refleja en la niña de sus ojos, el ayer de aquel joven que pudo ser, dentro de su atormentado ser de ilusiones y recuerdos, atrincherados en las intimidades del desgaste de las fuerzas, que en el hoy de la adultez, se doblegan sin poder ser, lo gimnástico de los años comprendido de los trece (13) al veintitrés (23), o un poco más.
Los rostros acariciados por pétalos de muchas primaveras, hoy son la experiencia de más de 5 décadas de tiempos dorados, que resplandecen en el vivir del último tramo de una historia, que puede terminar con la muerte; con pretensiones de quedar en el anaquel de pensamientos imborrables, que ni los vientos huracanados, podrán deshacer. Saber vivir el presente, como si fuera el último día de lo que se le conoce como la existencia terrícola. Así es; frases poéticas como canto de victoria, saboreando la eterna gloria